domingo, 6 de enero de 2008

DESDE LA EXTRAÑEZA Y LA CERCANIA... HACIENDO PUENTES CON LAS MUJERES SAHARAUIS


Por: Gloria Guzmán

Hacer una reflexión sobre las Mujeres Saharauis, para una revista de Las Dignas en El Salvador, resulta cuando menos extraño, sobre todo porque es una realidad tan distante, no sólo geográficamente, sino en la cultura, en la vida cotidiana, en el plano religioso y espiritual, en la historia política y de conflicto armado, etc. Sin embargo no han sido pocos los momentos en que la historia reciente y vida actual de las mujeres saharauis me ha resultado sumamente familiar, y alimentado por el interés que las saharauis muestran cuando han escuchado sobre la historia política de El Salvador y de la lucha de las mujeres, no puedo menos -con un matiz testimonial- que acercar un granito de realidad saharaui a mis compañeras salvadoreñas.

Algunos antecedentes históricos para comprender el conflicto político de la sociedad saharaui.

La sociedad saharaui no vive en su propio país, vive en Tinduf, una de las zonas más áridas del desierto argelino, en situaciones climáticas extremas y en condición de refugiada. Son ya 32 años de vivir en el exilio, de transitoriedad, de espera y lucha por recuperar lo que Marruecos les ha expropiado.

El Sahara Occidental (Sahara ocupado por Marruecos) como territorio, está ubicado en el norte de África, hace frontera con Marruecos, Argelia y Mauritania; es un territorio con mucha riqueza minera y una importante cantidad de costa marítima con gran riqueza pesquera. Fue colonia española hasta mediados de los ´70. Esta década marca profundamente la vida actual de la sociedad saharaui: de un sistema de tribus, se pacta construir un sistema de organización social como un solo pueblo y con principios de igualdad; se funda el Frente POLISARIO[1], que es actualmente la instancia que gobierna la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) en el exilio; se descoloniza de España se retira del territorio dejando vía libre a la ocupación de Marruecos y Mauritania desatándose el conflicto armado.

Las mujeres saharauis no son ajenas al conflicto político y armado desde que se inicia la guerra en 1975. Son víctimas directas de las bombas de napalm y otras armas de exterminio que utilizó Marruecos para expulsarles de su propia tierra. Algunas se integran al quehacer de la lucha política y armada mientras que la gran mayoría de mujeres inician desde cero, literalmente de la nada, la construcción de un espacio para vivir en la hammada[2] argelina, el peor de los desiertos del norte de África.

La historia reconoce que las mujeres son las que han enfrentado la sobrevivencia diaria (organización social y familiar) de una etapa que se esperaba fuese temporal. Con frecuencia se dice que el Sahara es un pueblo de mujeres con escasa presencia de hombres. Esto es bastante cierto, aunque progresivamente los hombres están ganando presencia, sobre todo desde 1991 cuando Marruecos y el Frente POLISARIO firmaron un alto al fuego bajo la tutela de NNUU instituyendo la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental[3], a celebrarse un año más tarde. El Referéndum nunca se celebró por las trabas impuestas por Marruecos, obligando al pueblo saharaui a seguir en un estado de indefinición y transitoriedad que va minando las fuerzas y la esperanza generación tras generación.

Las Casas de la Mujer como herramienta para el empoderamiento de las mujeres saharauis.

Las Casas de las Mujeres, como uno de los proyectos que más puentes ha creado entre mujeres de diferentes lugares, ha sido una propuesta de La Unión Nacional de Mujeres Saharauis (UNMS), la organización responsable de trabajar (entre otras cosas) por mejorar las condiciones de las mujeres, conseguir una mayor participación socio-política y el derecho a la autodeterminación como sociedad. La UNMS ha desempeñado un papel clave en los más de treinta años de su fundación; siempre se esforzó por la gestión social del refugio y en la última etapa apuesta por trabajar en las capacidades de las mujeres y su empoderamiento.

La Casa de la Mujer en la wilaya[4] de Smara fue inaugurada en diciembre del 2006. Este acontecimiento fue y es particularmente significativo, ya que dicha wilaya es el campamento más grande de los cuatro que forman el conjunto de los campamentos saharauis en Tinduf, con una población total de 200.000 habitantes aproximadamente. Es una casa que está sirviendo como primera experiencia, susceptible de ser replicable en los otros tres campamentos, cuyas Casas están en proceso de construcción y su inauguración se tiene prevista para diciembre próximo.

Mi corto tiempo de conocimiento y relación con las mujeres saharauis se ha visto recompensado con la intensidad y calidad humana que me han aportado. Es ampliamente conocido que los y las saharauis son tremendamente hospitalarias, afectivas y muy abiertas en las relaciones, aún cuando tienen claridad de la diferencia en ideas y prácticas con las personas con las que se relacionan. Esta característica cultural ayuda mucho en la relación de trabajo y los procesos de reflexión para el empoderamiento que se están desarrollando en el marco de las Casas de la Mujer.

Las Casas de la Mujer son un espacio que facilita el desarrollo de algunas áreas de trabajo que tiene la UNMS en su programa global. Además de ser un espacio de encuentro entre mujeres, tiene espacios de bibliotecas, de alfabetización -clases de castellano- para jóvenes y adultas, salas de exposición y venta de la producción de las cooperativas de mujeres -más de 20 grupos activos que trabajan artesanías y similares-, elaboración de revistas y programas radiofónicos, desarrollo de charlas en los barrios. El hammam o baño turco también tiene su lugar en las casas; éste no es sólo un espacio de encuentro y baño colectivo, es también un servicio público para la higiene, en un lugar donde el agua es un recurso sumamente escaso.

Preguntas obligadas para avanzar y situar desafíos…Movimiento de Solidaridad, ONG de Cooperación al Desarrollo y Mujeres Saharauis

Nuestro conocimiento sobre los conflictos armados en el mundo suele estar marcado por el poder mediático y, sobre todo, por los intereses de la administración norteamericana y la realidad en que quiere centrar nuestra atención, desviando nuestras miradas de otras realidades igualmente críticas. Aunque actualmente hay más de 30 conflictos armados en el mundo, la información de los medios focaliza casi únicamente la situación de Medio Oriente, desgarradora por cierto. Sin embargo, el conflicto del Sahara Occidental es uno más de los tantos conflictos olvidados por los principales poderes en el mundo.

El Muro minado, construido por Marruecos que divide de norte a sur al Sahara Occidental, mide 2720 km. como medida para evitar el paso del pueblo saharaui a su propio territorio, sin embargo como lo dice Galeano, este muro de la vergüenza que mide 60 veces más que lo que medía el muro de Berlín, no tiene la misma importancia política, ni mediática.

Las mujeres saharauis que están a un lado del muro, las que se quedaron en los territorios ocupados, están luchando y enfrentando fuertes niveles de represión. Un estudio de juristas españolas señaló[5] que al menos el 30% de las mujeres saharauis en el Sahara Ocupado, han estado desparecidas por lo menos una vez en su vida. Las familias están rotas, muchas llevan 30 años sin poder encontrarse, hay centenares de personas desaparecidas y activistas por la defensa de los derechos humanos en las cárceles, hechos denunciados por Amnistía Internacional y otros organismos de solidaridad y cooperación que no reciben respuesta por parte de la comunidad internacional

Mientras, las mujeres que viven en los campamentos argelinos enfrentan otro tipo de situación: reivindican su autodeterminación y, a la vez, intentan hacer lo más llevable posible la vida diaria del refugio. Muchas jóvenes que salieron a estudiar a Cuba, Libia, Argelia, etc. regresan al lugar del que salieron pensando que era temporal, sin embargo se encuentran con condiciones difíciles, con trabas casi insalvables para desarrollarse profesionalmente. Otras jóvenes que estudiaron niveles básicos en los mismos campamentos, también intentan buscarse un espacio de formación y de desarrollo laboral; en ese sentido, las Casas son un nicho para encontrarse y desarrollarse laboralmente.

No son pocos los desafíos que enfrentan las mujeres organizadas: ¿Cómo equilibrar sus esfuerzos en la lucha por la autodeterminación y salir del refugio, con el trabajo para el empoderamiento de las mujeres?, ¿Cómo trabajar por objetivos más estratégicos de género frente a la demanda permanente de las mujeres para que la UNMS siga cumpliendo con funciones de asistencia social?, ¿Cómo enfrentar de manera positiva los conflictos intergeneracionales que se manifiestan entre las mujeres mayores que fundaron la UNMS y resistieron desde los 70, frente a las más jóvenes con otras capacidades técnicas e intelectuales que quieren ocupar espacios importantes y tener un espacio, un lugar en la vida pública?, ¿Cómo ganar más espacios para las mujeres en puestos de decisión estratégica dentro de la RASD?...

Estas preguntas tan necesarias para las mujeres saharauis y para la sociedad en su conjunto, no son extrañas para las mujeres que hemos vivido y hecho parte de los proyectos revolucionarios de las décadas pasadas. No se trata de llegar un rato a los campamentos y pensar que pueden darse recetas, en absoluto; eso sería un buen ejercicio de irrespeto a las propias mujeres y sólo daría cuenta de una visión etnocentrista. Sin embargo, la experiencia en estos procesos, la identidad feminista y el sentido de solidaridad, puede ser muy útil cuando las mismas mujeres saharauis demandan apoyo e intercambio para trabajar en proyectos comunes. Esto es lo que personalmente he encontrado, mujeres del movimiento de solidaridad y del movimiento feminista del País Vasco, trabajadoras de áreas de igualdad de ayuntamientos e integrantes de instancias de cooperación para el desarrollo, dispuestas a apoyar inquietudes de la UNMS y a fortalecer los procesos de empoderamiento de las mujeres saharauis.

La Red Vasca de Apoyo a la UNMS, formada por las arriba mencionadas, es probablemente una de las experiencias de la tan mencionada necesidad de hacer sinergias en los procesos de acción política. El apoyo no es unidireccional, el norte apoyando al sur; la experiencia tiene más conexiones y objetivos que sería largo de contar.


La extrañeza y cercanía con la que vivo esta experiencia: mujeres de otro continente, con otro idioma, árabes, islamistas, con otras visiones de la vida, etc. no hace menos que complejizar los caminos de emancipación feminista desde esa diversidad, sobre todo en sociedades donde es difícil situar las fronteras entre la cultura, religión y política, o estar en un país sin territorio y estructuras sin recursos a los que monitorear. Existe una amplia literatura que sitúa importantes poblaciones de mujeres árabes en territorios geográficos y culturales donde más se expresa la subordinación femenina. Sin entrar a examinar este supuesto, hay cierta visión de que las saharauis son de las mujeres con mayores niveles de empoderamiento en el mundo árabe.

Su participación en el gobierno es del 11%, en el parlamento el 24% y en la representación diplomática el 7%. Podemos ver el vaso medio lleno o medio vacío y valorar el bajo o importante nivel de presencia en espacios de decisión como los señalados. Lo cierto es que es admirable la capacidad de organización que han adquirido las mujeres, el uso de la palabra y dejar señalado su acuerdo o desacuerdo, etc.

El gobierno saharaui, los hombres y mujeres en particular, no tienen muchos problemas para reconocer el importante papel que las mujeres han jugado y siguen jugando en la organización de los campamentos. Las personas externas vinculadas en la solidaridad y en la cooperación para el desarrollo también reconocen el importante papel que las mujeres han tenido y siguen teniendo…entonces, el punto no está necesariamente en el reconocimiento[6], parece que el mayor desafío está en el plano de la redistribución de muchos aspectos, pero sobre todo de poder real y de responsabilidades que aún limitan el abrirse otros caminos de la emancipación.


[1] Frente Popular para la Liberación de Saguía el Hamra y Rio del Oro (POLISARIO), fundado en 1973.

[2] Significa voz de lamento, pero que hace referencia a la zona más árida del desierto

[3] MINURSO

[4] División territorial equivalente a provincia

[5] Ponencia de Inés Miranda, jurista española, en el marco de la 32 Conferencia Europea de Solidaridad con el Sahara -EUCOCO 2006-.

[6] Nancy Fraser desarrolla el concepto de reconocimiento y redistribución y propone un carácter bivalente del concepto. No pretendo aquí aplicar su propuesta aunque su análisis es sumamente útil.

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