domingo, 6 de enero de 2008

GRUPOS DE AUTOAYUDA: Propuesta Polìtica por una vida libre de Violencia


Por: Dinora Aguiñada Deras

La existencia de los grupos de autoayuda está vinculada a los procesos de resistencia de las mujeres frente a la discriminación y la violencia que vivimos. Los primeros grupos de reflexión para compartir y desestructurar vivencias personales surgen en los Estados Unidos e Inglaterra en los años 1960. Son grupos feministas que parten de la visión que lo personal es político. Se oponen a una visión asistencialista e individualista que deposita la responsabilidad del acto violento hacia la receptora de la violencia y no hacia el que agrede. Son las feministas quienes rechazaron políticas públicas que perciben a las mujeres como víctimas, que promovían la creación de albergues, de nuevas leyes, y terapias individuales; estas políticas se enfocan en la creencia que son las mujeres las del “problema” sin reconocer ni crear políticas públicas que trastoquen las causas estructurales de la violencia y que contribuyan a la erradicación de las condiciones de opresión y subordinación en que vivimos las mujeres. En América Latina los primeros grupos de autoayuda surgen en Argentina en los años 80. En 1988 se crea el primer grupo en Costa Rica y a partir del año 2000 se desarrollan en el resto de Centro América, incluso en nuestro país.

Relaciones inequitativas de poder pilar fundamental de la violencia

Es así como los grupos de autoayuda son una propuesta política que conlleva a desestructurar las relaciones inequitativas de poder que se han construido socialmente y que por lo tanto son históricas. Se parte de que él que agrede es el único responsable de la violencia, y que la esencia del problema es el desbalance de poder entre hombres y mujeres. Por eso se vuelve necesario que las mujeres nos fortalezcamos y empoderemos a fin de recuperar el control de nuestras propias vidas.

Autoayuda: aprender a ser la protagonista de su proceso

El funcionamiento del grupo parte de reglas en la que la confidencialidad es primordial. Es facilitado por una de las participantes quien ha avanzado o ha salido del ciclo de violencia y cada participante se hace responsable de su vida y su proceso. El término de "Autoayuda" tiene que ver con la capacidad de ayudarse a si misma y de desarrollar habilidades y capacidades propias para salir del conflicto. Se trata de esfuerzos por acompañarse en los procesos que ellas mismas protagonizan, porque las mujeres que viven violencia son fuertes y capaces, “completas, adultas ciudadanas y protagonistas de nuestros propios procesos.”[1] Evaluaciones del grupo de autoayuda de Las Dignas demuestran que uno de los aprendizajes substanciales de la participación en el grupo es que las mujeres reconozcan que ellas mismas son las principales tutoras, actoras, gestoras y administradoras de sus procesos personales, emocionales, políticos y legales.

Exclusivamente en ellas mismas está la fuerza para salir del ciclo de violencia.

Ellas son las que se van a comprometer para cambiar la realidad de violencia que vivén, hasta donde ellas se lo propongan, con el apoyo de las otras mujeres del grupo. Son ellas mismas quienes, a partir de sus experiencias y vivencias, mejor conocen la dimensión de la violencia que viven y sus soluciones. Ellas deciden salir, enfrentar y/o denunciar los hechos de violencia. Nadie, ni autoridades, ni profesionales, ni facilitadoras de grupo, pueden hacer estos cambios por ellas, nadie tiene la facultad de decidir por ellas. Este proceso es liberador y políticamente da mucha fuerza para el colectivo, porque una vez se sueltan las amarras, las ideas y los vuelos crecen y se profundizan.

Aprender sobre las dinámicas de la violencia y tomar conciencia de sus derechos

En el grupo se crean condiciones que posibiliten romper con las dinámicas de la relación que deterioran la calidad de vida de las mujeres y que ponen en peligro su propia existencia. Uno de los propósitos es que las mujeres se apropien de sus derechos, de las leyes y de procedimientos legales que están a su favor, para que identifiquen diferentes alternativas o salidas para la situación conflictiva que viven.

Otro propósito es que descubran la existencia del Ciclo de la Violencia y que se percaten de las diversas formas en que se manifiesta y ejerce la violencia. Aprenden a reconocer la duración y la intensidad del ciclo, y como se expresa en las diferentes parejas, a identificar las fases del ciclo de violencia y como ellas han vivido estas: la acumulación de tensión, explosión o episodio agudo, distanciamiento y negociación.

También aprenden a ver la violencia desde un enfoque feminista: a reconocer los diferentes prototipos, roles y atributos que los diferentes agentes socializadores asignan a los hombres y a las mujeres, y como éstos se convierten en factores de riesgo para desentrampar relaciones violentas. Aprenden a identificar y apropiarse de los sentimientos que les provocaron experiencias de violencia, a fin de descubrir lecciones sobre conductas, actitudes, sentimientos y pensamientos que les mantienen atadas al ciclo de violencia. De esta manera se crea un espacio para idear nuevas formas de pensar y actuar que les permita avanzar en la resolución de sus problemas. Además les da la pauta para recuperar las estrategias que han implementado en otras situaciones conflictivas y que les han sido útiles y les han permitido sobrevivir.

El factor económico como un impedimento para desarrollarse

Asistir al grupo les permite tomar conciencia de las desventajas a las que se enfrentan a nivel social, económico y político lo cual les hace mucho más difícil salir del ciclo de violencia y que no se trata de obstáculos personales, sino de impedimentos estructurales que les impone el sistema patriarcal a las mujeres, por lo que tienen que aliarse para vencer este impedimento.

Se dan cuenta que la posición de desventaja económica de ellas a nivel social, los hombres la aprovechan, negando la cuota alimenticia, no aportan económicamente para los gastos de sus descendientes, ni la casa. Van reconociendo que el factor económico es un arma de poder para someterlas y oprimirlas, manipularlas y situarlas a la voluntad de ellos. Además de valorar el aporte que ellas realizan con el trabajo domestico, no remunerado, a la economía del hogar y que en muchos casos se ven obligadas a desarrollar una doble o triple jornada de trabajo. Sin embargo casi nunca son propietarias ni de las viviendas, ni de los bienes que se adquieren durante la convivencia, lo cual las coloca en grave situación desventaja y dependencia. Esto constituye una de las causas principales que contribuyen a que se les dificulte salir de la relación de violencia.

Procesos únicos, procesos colectivos, procesos políticos

Las mujeres viven el grupo de autoayuda como el único lugar donde se les escucha sin que se les juzgue, ni presione o manipule para que hagan lo que no es su pretensión o interés. Saben que cuentan con este espacio que les apoya y respalda en cualquier decisión que tomen. En ese círculo están sus aliadas, con quienes tienen complicidades y se estimulan a romper una de las opresiones más indignantes dirigidas a ellas. Se convencen que únicamente juntando fuerzas pueden vencer los obstáculos diversos para erradicar la violencia.

Además el grupo es una oportunidad para tomar conciencia que los procesos personales son lentos y que cada persona tiene sus particularidades, que no hay procesos idénticos, ni semejantes. Según la historia de cada una, incluso de cómo se vive la historia política del país se toman decisiones.

En el grupo estos procesos y experiencias individuales se comparten y colectivizan para no dejar duda que se trata de un problema social que requiere de respaldo, fuerza y apoyo de otras para salir. Solamente juntas van a poder traspasar la regla de invisibilizar y de negar la violencia. Juntas se fortalecen para romper el silencio. Además de que estos procesos personales/ legales, son cuestiones políticas ellos en si mismos sitúan límites. En algunas ocasiones los límites o trabas están relacionados con la impunidad del sistema, por la invisibilidad social de la violencia contra las mujeres o por la forma y las ganas con que cada mujer asume su historia, vida y decisiones para transformarla desde ella misma, para trastocar las estructuras que el sistema patriarcal nos impone.

Procesos de fortalecimiento

El triunfo de una de las integrantes del grupo es una victoria para todas las que conforman el grupo, ya que a partir del apoyo que se brindan se ha vencido no solamente el ciclo de violencia con el agresor, sino también el sistema social, político, económico y jurídico patriarcal que justifica e invisibiliza la violencia, y revictimiza a las mujeres que viven violencia.

El grupo fortalece a las mujeres porque se lanzan a recuperar la confianza en ellas mismas; escudriñan y revaloran sus roles, conductas, actitudes como mujeres, van lentamente transformándolos para dejar de ser mujeres sumisas y calladas. Se incrementa el autoconocimiento, el auto concepto y la valía personal; más apegada a sus habilidades y fortalezas desarrolladas. Lo cual les facilita reconocer los límites personales, físicos, emocionales, y el no reponsabilizarse de los actos violentos de otros, les libera y les permite adquirir mayor fuerza y seguridad para enfrentarse no solamente a los agresores, sino también a los funcionarios/as en los diferentes procesos legales que llevan. Muchas veces las autoridades públicas a quienes les corresponde el diseño e implementación de políticas para erradicar la violencia no dan credibilidad a los argumentos que las mujeres tienen sobre las vivencias de la violencia. Por eso el esfuerzo del grupo va encaminado a fortalecerse para enfrentarse también a esas instancias públicas para que actúen conforme a lo que la ley les atribuye.

Aprender de las otras y definirse metas concretas

La posibilidad de desahogarse es un evento revitalizador para las mujeres que les permite aclarase, ubicar los apoyos externos e internos y definirse metas concretas y sobretodo no desesperarse. Una mujer testifica que: “antes yo agachaba la cabeza y lloraba no encontraba salidas” Las mujeres reconocen las experiencias de otras como posibles salidas, que les pueden dar resultado o no, descubren que no hay recetas y que cada una descubre el mejor camino para salir de la violencia.

Darse cuenta que necesitan dedicar tiempo en ellas para alcanzar sus metas es relevante, además de que la cantidad de tiempo a invertir en su proceso reeducativo está relacionado con los años que tienen de estar viviendo en el ciclo de violencia. En estos procesos no se van a dar “milagros”. Hay mujeres que se comprometen con su proceso personal y logran inician o retoman metas personales como estudiar, trabajar, viajar, atenderse su salud o establecer negocios.

A veces es difícil lograr que las mujeres tomen este tiempo. Un dilema que se presenta en el grupo es que muchas mujeres que tienen años de estar en ciclos de violencia quieren salir lo más rápido posible. Esperan salidas inmediatas y abruptas y que dependan de los esfuerzos de terceras personas. Si no logran sus expectativas se desaniman y abandonan temporalmente el grupo y regresan hasta que se encuentran en riesgo o peligro una vez más.

Sentirse apoyadas para trabajar las heridas

El grupo les permite escudriñar la historia y sentirse respaldada para compartir los secretos más dolorosos, muchas mujeres encuentran un espacio seguro para hablar sobre hechos de violencia sexual que enfrentaron en su niñez o adolescencia, ocasionados por personas que están vinculadas afectivamente, ya sea por su novio, padre o familiares cercanos. Desahogar sentimientos de dolor, frustración, enojo, indignación que genera el abuso sexual o las agresiones vividas es reparador. Además esta experiencia les enriquece y contribuye para resolver o enfrentar otros conflictos familiares, laborales incluso sociales o políticos. Los cambios en su estado de salud son reveladores, desaparecen dolores de cabeza, cuello, estomago, el miedo y desesperanza.

Esta propuesta es retomada lentamente por diferentes espacios de mujeres, los avances y logros aún quizás son invisibles para los ojos de un conglomerado social, sin embargo para la vida las mujeres que asisten a los diferentes grupos de autoayuda son avances significativos en el camino a una vida libre de violencia. Las une, articula y empuja al espacio político y público para acompañarse y presionar a las instancias públicas para que asuman la responsabilidad en la erradicación de la violencia contra las mujeres.

San Salvador, 15 de febrero de 2007

Bibliografia

· Grupo focal del grupo de autoyuda de Las Dignas, 25 de abril de 2003

· Grupo focal del grupo de autoyuda de Las Dignas, 23 de octubre de 2004

· Un modelo de atención en situaciones de violencia intrafamiliar, las Dignas, 2001

· Ana Carcedo, Los grupos de autoayuda. ¿Qué son? ¿Cómo hacerlos?, CEFEMINA, San José, 2005


[1] Ana Carcedo, Los grupos de autoayuda. ¿Qué son? ¿Cómo hacerlos?, CEFEMINA, San José, 2005

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